La contradicción del uribismo (Parte II)
La masa de feligreses políticos hoy
permanece sordociega frente al Acuerdo de Paz mientras ayer permaneció
sordomuda frente a la Ley de Alternatividad Penal (2003) y la Ley de Justicia y
Paz (2005).
El senador Álvaro Uribe declaró el 19 de julio de 2016 en "La
hora de la verdad" (programa radial): “Así la Corte lo haya declarado
constitucional, el plebiscito es ilegítimo y creo que todos estamos de acuerdo
en que es ilegítimo”. El 2 de agosto del mismo año, sin embargo, llamó a votar
‘No‘ en el plebiscito. ¿Quién mejor que un abogado para reconocer la
contradicción a la cual se suman millón y medio de personas que, como feligreses
añorando el eterno restablecimiento de la parroquia del Mesías, lo siguen a
ciegas como sigue el ganado al pastor en las heredades de Antioquia? ¿O se
perdieron de las cartillas que durante su administración también irían a hacer
parte del marco para la educación sexual en Colombia (aducidas por la ministra
de educación el 18 de agosto en el Congreso de la República)? Como con el
proceso de paz de 2005, tampoco alzaron la voz contra las cartillas de
educación sexual de 2008. Veamos, no obstante, la contradicción más cínica, o
mezquina, del odio cristalizado de esta cada vez más desaforada secta política.
Los acuerdos con las
AUC vs. los acuerdos con las FARC
La Ley de Justicia y Paz (2005) en cuyo marco jurídico para la paz se
desmovilizaron decenas de miles de paramilitares previó, como el actual Acuerdo
General, entre cinco y ocho años de cárcel para quienes colaboraran con la
justicia mediante la confesión de sus crímenes (circunstancias de modo, tiempo
y lugar de crímenes de guerra y de lesa humanidad); pero únicamente después de
que la comunidad internacional (Human Rights Watch, por ejemplo) criticara la
pretensión original: la Ley de Alternatividad Penal (producto del Acuerdo de
Santa Fe de Ralito suscrito el 15 de julio de 2003 entre el Gobierno Nacional y
las Autodefensas Unidas de Colombia). ¿Qué habrá contemplado esa ley para que
el mundo pusiera el grito en el cielo (a diferencia de los que descaradamente
hoy lo ponen en las estrellas en contra del Acuerdo)?
"Penas sustitutivas o alternativas a la pena privativa de la
libertad", según se lee en los documentos; proyecto posteriormente
considerado laxo sobremanera por las Naciones Unidas y su vocero Michael
Frühling. A la postre, no contemplaba lo que hoy sí contempla la mesa de La Habana,
Cuba: las víctimas y la reparación y la verdad que a todas luces merecen. De
ahí que –en su columna Píldoras para la memoria de Uribe– la
periodista investigadora Marta Ruiz catalogara el proyecto como: "de
perdón y olvido". Sobre todo si millares de paramilitares no fueron
indultados sino amnistiados (en el ‘indulto‘ el victimario sigue siendo
considerado culpable pese a no pagar cárcel, mientras que en la
"amnistía" el victimario pasa a ser considerado: inocente).
Ahora, sin embargo, exigen pensar en las víctimas en que ninguno pensó
durante la negociación de la mesa de Santa Fe de Ralito, cuyo cese del fuego
por parte de los paramilitares no fue, en modo alguno, honrado, sino
traicionado una y otra vez mediante asesinatos (Marta Hernández, directora del
Parque Tayrona, por ejemplo) y masacres (dos familias en La Resbalosa, San José
de Apartadó, por ejemplo). Tal fue el incumplimiento que, en el informe No. 5
(2004-2005) de la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ) se encuentra un
capítulo titulado "Consolidación del poder paramilitar en medio de la
negociación", colmado de testimonios y cifras que solo provocan lágrimas
(2.500 asesinatos y 40 masacres). Un breve tiempo después de haber comenzado
(12 de septiembre de 2012) el proceso de paz con las FARC, sin embargo, el Centro de Recursos para Análisis del Conflicto (CERAC) y la Ruta del Conflicto
del Centro Nacional de Memoria Histórica comenzaron a registrar un
desescalamiento del conflicto armado.
El descaro
Ninguno quiere perdonarle a los guerrilleros (FARC) todo lo que le
perdonaron a los paramilitares (AUC). Esto se debe a las dos mentiras que,
durante la administración Uribe, los medios le metieron a la ciudadanía por
oído, nariz, ojo y boca: (1) Las FARC no son una organización insurgente sino
terrorista (como Al Qaeda) y en Colombia no existe ni ha existido nunca un
‘conflicto armado interno‘. (2) Los guerrilleros merecen un reproche mayor al
de los paramilitares porque los primeros ‘son terroristas’ o ‘más terroristas’.
Les tengo noticias (no una opinión): la inmensa mayoría de masacres en Colombia
corresponde a grupos paramilitares, como también los desmembramientos, las
torturas y los delitos sexuales. El segundo lugar lo ocupan los grupos guerrilleros y, el tercero, el ejército nacional.
El Acuerdo General entre el Gobierno Nacional y las FARC goza de la
salubridad que nunca gozó aquel entre la administración Uribe y las AUC. La
masa de feligreses políticos hoy permanece sordociega mientras ayer permaneció
sordomuda. No se avergüenzan y tampoco acaban de salir del clóset: todos
sabemos que se trata de una simpatía hacia la ultraderecha (paramilitares) y de
un odio hacia la izquierda (guerrilleros). No es que el país “se le esté
entregando a los terroristas” sino a los terroristas equivocados: “Ojalá los
tuviera [paramilitares] en Venezuela para salir de Maduro”, manifestó Álvaro Uribe el 22 de junio de 2016 durante la Asamblea del Tolima. ¿El líder del
Centro Democrático –repito, ¡"democrático"!– no cree en la democracia
como mecanismo de elección popular sino en el "terrorismo"? ¿El líder
del Centro Democrático, ex presidente de Colombia y actual senador de la
República al fin confesó ‘tener’ paramilitares?
Lamentablemente, mis queridos lectores, Álvaro Uribe nunca será procesado. Es un ejemplo de verdad histórica que Macondo no conocerá. Álvaro,
como una vez dijera John Jairo Velásquez Vásquez (alias ‘Popeye‘) en entrevista
con la presentadora mexicana Adela Micha: “Es el hombre más poderoso de
Colombia; el dueño de la República de Colombia”. Hay que serlo, porque
cualquier otro ciudadano colombiano con 276 denuncias ante la Fiscalía y
numerosas acusaciones (testimoniales y documentales) por supuestos vínculos con
el paramilitarismo ya estaría –como mínimo– pagando una pena ‘alternativa‘. Y
así habla y ronca contra la impunidad; pero sigue en asecho tratando de no
hacer ruidos que puedan despertar al Dios del Antiguo Testamento.
Colofón: Vale la pena preguntarse si el uribista realmente ostenta la sesera
suficiente para distinguir entre Uribe y lo que este dice o hace o deja de
decir o de hacer; o si, simplemente, tanto en su palabra como en su verbo, solo
logra ver a un Mesías descendido del cielo como el hijo del rey David prometido
por los profetas al pueblo hebreo (Colombia) para salvarlo mediante la instauración
del reino de Dios (Seguridad Democrática). Ya sabemos, sin embargo, lo que
trajo el debate sobre el Dios que debe venerarse para la humanidad (cruzadas) y
lo que trajo la "seguridad democrática" para Colombia: "Cada año
son asesinados por las Fuerzas Militares y los grupos paramilitares una cifra
muy superior a las personas ejecutadas extrajudicialmente en Chile durante los
17 años de dictadura del General Augusto Pinochet", concluyó la Comisión Internacional de Juristas (CIJ) de Ginebra en 2005.
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Esta columna fue publicada en Semana.com:
Hola, bastante interesante, solo basta preguntarse si los que votan x el NO, son mayoria q harian el dia 3 de octubre? por qu'e solo se toman de la mano, del pasado no del futuro... quitandome de mi lado del si, mirando las distintas web del Uribe, Centro Democratico, y demmas web, no existe que van a hacer en el futuro... al menos el SI, nos da un "nuevo" rumbo y si deseo irme x el no, cual seria...
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