Un gánster religioso

Los postulados del cristianismo han de ser practicados con decoro para poder ser el vivo ejemplo de quienes los esgrimieron como una realidad encarnada en el registro moral e imborrable de Cristo y sus discípulos. ¿Por dónde se cuela un pastor que clasifica la ostentación como meta primaria en la vida y, cual gánster con pistola en mano profiere amenazas juntando el poder con la fama? ¿Por dónde se cuela este payaso de la fe cristiana que ahoga las parábolas del Evangelio en el abrevadero de la usura? El pastor Arrázola no predica el cristianismo. Cuando saboteado el plebiscito del 2 de octubre de 2016 triunfó el No, reaccionó: “Ganamos. […] De Dios nadie se burla”, como quien razona que la paz entre los hombres y el perdón de sus pecados (Nuevo Testamento) no es el camino de Dios, sino la continuidad de la violencia (Antiguo Testamento).

El 15 de noviembre de 2016, el periodista cartagenero Lucio Torres publicó un artículo donde –presuntamente– revela el monto y la procedencia de los ingresos de la parroquia Ríos de Vida. El periodista Lucio Torres asegura que el pastor barranquillero Miguel Arrázola y su esposa María Paula García se enriquecen a expensas de los diezmos de sus feligreses. Si bien el artículo fue publicado el año pasado, en marzo de este año el mismo periodista habló sobre ello en BluRadio, alegando que Ríos de Vida está pidiendo a sus feligreses cuatro millones de pesos a propósito de la construcción de una iglesia en Turbaco (Cartagena). Luego, el 10 de marzo de 2017, el pastor Arrázola, en uno de sus discursos puercos colmados de chistes en lenguaje vulgar (también peyorativo, especialmente cuando de homosexuales se trata) se expresó de la siguiente manera:

Cómo sabes que no te puedo pegar, porque bien te mereces un par de garnatás [bofetadas] mías. Yo tengo unos manes tablúos [enormes] que te pueden hacer la vuelta. […] Te mando a Nigeria [África]. Ese te acaba; te mata ese man. […] Da gracias a Dios que soy nacido de nuevo, que tengo al Espíritu Santo y a Jesucristo en mi corazón, porque hace rato estuvieras en la Ciénaga de la Virgen [laguna litoral de Cartagena], así metido. […]”. (Oprima aquí para ver el vídeo de semejantes declaraciones en boca de un pastor ‘cristiano’)

Tres días después, el 13 de marzo, su esposa María Paula García leyó en voz alta a la prensa lo que ella considera un reclamo coherente y fundado en contra tanto del periodista Lucio Torres como del hijo del presidente Juan Manuel Santos, Martín Santos. Por supuesto que en Colombia hay “persecución religiosa”, señora María Paula: el religioso persigue al «homosexual», a la «abortante», al «consumidor» de la dosis personal, la «educación sexual», la «juridicidad» de los acuerdos de paz; en fin, todo aquello que no engrane con su retorcida lógica o estructura de interpretarlo todo (me refiero al uso y abuso de la sinrazón como razón). Luego, si de distorsiones se trata, evalúe su reacción y la de su marido frente al trino de Martín Santos. Es decir, para que tenga claridad sobre qué es una distorsión. De su reclamo constituir una demanda, sería rechazada de plano por lo que en nomenclatura legal se conoce como «ineptitud». Discierna. Ahora bien. Si en realidad existen amenazas en contra de su familia o de su esposo, o suya, declaro abiertamente que eso está mal y que merece una investigación, tanto como la merece la campaña de propaganda negra que el Centro Democrático y usted y su marido patrocinaron a sabiendas de su falsedad a estrecha semejanza de quien dice portar la palabra de Dios y así la difunde entre un pueblo pequeño e ignorante. Sabemos que la ignorancia aviva la continuidad exitosa del oportunismo politiquero, pero especialmente la continuidad exitosa del oportunismo religioso.

Antes de continuar con la siguiente oración, apreciado lector, primero vea esta específica representación teatral del pastor Arrázola. Señor Arrázola, el «Bien» se hace por el «Bien» mismo sin necesidad de ser amenazado con cuestiones de moral religiosa ni castigos de Dios; tampoco bajo la promesa de una recompensa eterna que solamente declara interés (hipocresía moral). La práctica del «Bien» depende de nuestra capacidad para saber encontrarnos a sí mismos en nuestro prójimo y es desde aquí que se alcanza con honestidad las alturas morales del verdadero cristianismo, no las arcas del tesoro que su mercé clama, proclama y aparentemente ansía con ahínco. La misión del ser humano en la Tierra no descansa en hacerse millonario –como insistentemente promete a sus feligreses al crisol de una prédica distorsionada del Evangelio de Mateo (Mateo 19:24)– sino en esforzarse por que el egoísmo y la codicia que oscurecen la nobleza del espíritu jamás nos alcancen, como a usted lo ha alcanzado hasta empobrecerlo espiritualmente, al punto de esclavizarlo.

Señor Arrázola, perdone la acritud, pero usted no es otra cosa que un charlatán de feria; un desvergonzado que, con aires de burgués disimula las enseñanzas de las parábolas del Evangelio mientras sigue en acecho de la riqueza intentando no hacer ruidos que puedan despertar al Dios del Antiguo Testamento. Recuerde que quien precisa de la cueva y de la humillación para desplegarse como notorio individuo envidiable por su magnificencia, es un lastimoso usuario de la mediocridad que destila en escenarios sin méritos, en cuartos oscuros; un falto de amor, un desencontrado en fin. Mientras el mundo se estremece o una investigación se abre en su contra, espero su parroquia quede desamparada de respaldo y su caracterización cristiana desmentida.

Colofón: Antes de pensar presentar una denuncia por «injuria y calumnia» en razón del título de esta opinión, lo asesoro. Un único hecho puede ser denunciado solamente o por injuria o por calumnia, no por ambas simultáneamente como acostumbra la gente. Este título, o es injurioso o es calumnioso, pero no ambas cosas. Luego, los requisitos que una denuncia –por una cosa o por la otra– debe reunir, están contemplados en la ley y en la jurisprudencia y aquí no los encontrará, independientemente de cuánto estire o encoja la columna o su título. El título constituye una opinión y asimismo el contenido, desde el punto de vista legal (si bien desde el suyo o el de su esposa no, sobre todo si se reconocen responsables de las acusaciones de Lucio Torres). El resto no es sino una exposición con información pública provista por terceros cuya veracidad o falsedad aquí no se detalla, escudriña o juzga (incluso, se insiste en su condición comprobable, no comprobada). Mejor invierta su tiempo en subsanar las impurezas del alma. O, al menos, en recorrer la Heroica pidiendo disculpas por el circo eclesiástico que sin escrúpulos dirige. Cordial saludo.
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Esta columna fue publicada en El Diablo Viejo:
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